Tumores cutáneos

En la piel, como cualquier otra estructura que compone el cuerpo humano, pueden aparecer tumores de diferente estirpe. Los tumores pueden ser benignos o malignos. La malignidad de un tumor se determina como “cáncer”, e implica a los tumores que tienen capacidad de expandirse, invadiendo y afectando el tejido sano adyacente o subyacente, o extenderse e implantarse en otras localizaciones del cuerpo (metástasis).

El cáncer cutáneo puede aparecer por diferentes causas que alteren el proceso de replicación celular normal. Las altas exposiciones a radiaciones ionizantes o radiaciones solares, el contacto con determinadas sustancias químicas,  inmunodepresión o una predisposición genética a padecerlo, son algunas de ellas.

El diagnóstico del cáncer cutáneo se realiza esencialmente mediante las características macroscópicas del tumor (forma, aspecto, tiempo de evolución, etc.), mediante la realización de una biopsia (estudio por microscopio del espécimen tumoral) y en ciertos casos, mediante marcadores tumorales.

El tratamiento, dependerá del tipo de cáncer cutáneo, estado evolutivo, localización anatómica, edad y estado general del paciente. La cirugía continúa siendo el tratamiento principal, pero en determinados casos será necesario recurrir a otros tratamientos complementarios, como la radioterapia o la quimioterapia.

 El cáncer cutáneo tratado en sus fases iniciales tiene el mayor índice de curabilidad, comparativamente con otros cánceres. La prevención y el diagnóstico precoz continúan siendo los recursos más eficaces en la disminución de la incidencia del cáncer cutáneo.